Era noche cerrada. El humo de las hogueras
impregnaba el frío aire de las montañas. Había comido carne de ciervo
hasta hartarse. Varios ciervos, todavía enteros, daban vueltas colgados
en el asador, pero a él le gustaba más la carne cruda. Demothy, como
alfa de la manada, había ofrecido las piezas cobradas al Margrave
Konietzo, y él a su vez, las había ofrecido en forma de banquete a su
manada. La fiesta de despedida estaba tocando a su fin, algunas
partidas de cazadores ya habían salido y se escuchaban sus aullidos
feroces en las profundidades del bosque. Muchos garou disfrutaban de
finalizar un buen ágape con una sangrienta cacería, acompañados por sus
hermanos de manada. Su aliento creaba nubes blancuzcas. Shinji estaba
tumbado en el suelo con su hocico reposando sobre sus patas delanteras.
Hacía frío, pero gracias a la herencia de su madre, su pelo era tupido
y cálido. Barcelona. Sólo recordar el nombre de la ciudad se le erizaba
los pelos de la espalda. La Tejedora.
De improviso, el cuerpo lobuno del garou dio un bote. Más que un
susto, lo habían provocado sus instintos, siempre alerta. Había notado
algo… Se giró, y detrás de él vió a una joven loba de pelaje castaño,
acurrucada en el suelo, que intentaba cazar de un bocado la cola del
lobo japonés.
-Artemisa, -Le dijo a la loba, sin acabar de dar crédito a la situación.- ¿Puedo ayudarte en algo?
-¡No! –Le dijo, jovial.- No te muevaz. Ez máz fácil cazar otra cola que no zea la propia, ¿zabes?
El lupus macho se dio la vuelta para mirar a la hembra a los ojos. Ésta
daba brincos mientras un esbozo de sonrisa se manifestaba en su rostro
lobuno. Shinji dejó caer su gruesa pata sobre el hocico de Artemisa.
-Ya basta, venga, -Le dijo, conciliador.- disfruta del banquete, que es en honor vuestro.
-¡Eh! –Se quejó la Furia. Se achaparró y giró sobre si misma,
consiguiendo que varios pegotes de nieve se pegaran a su pelaje,
mientras se libraba de la zarpa del lobo oscuro. Se incorporó, y veloz
cómo una serpiente, puso su garra sobre la de Shinji.- ¡He ganado!
¡Venga, venga, ahora tú!
Shinji puso los ojos en blanco. Artemisa era como una cachorrita de
medio año de edad. Si volvía a intentar que parara, ella se
envalentonaría más. Le seguiría el juego, ya se cansaría. De hecho es
que él tampoco se sentía a disgusto con la compañía de la hembra. Le
miró los ojillos vivaces. Era una loba hermosa.
Entre las sombras se escuchó un gruñido amenazante.
-¿Sabes que es lo que ha podido averiguar
Artemisa sobre el Armotherm? –Le dijo Demothy. Estaba fumando su
cigarrillo con el estómago lleno. Sus ojos se le cerraban, aunque
luchaba férreamente para mantenerse despierto.
-Bueno, tío, -Le dijo con suma lentitud Rastalf, que había perdido
la cuenta de los porros que se había fumado durante la cena.- los
colegas de Artemisa le han enviado un mail, que decía algo así cómo que
hacía un tiempo se había ilegalizado esta substancia porque al parecer,
mezclada con productos cómo la leche, da negativo en todos los
controles de detección de hormonas o bacterias. Falsea los resultados.
Y se ve que la usaban para esto, para pasar leche en mal estado por
buena y sacarla a mercado. La vendía unos laboratorios que se llaman
Pentex. Le han dicho que van a piratear los registros de esos
laboratorios para ver si hay algún pedido importante o un movimiento de
este tipo de sustancia que pueda relacionarse con Phillip. Además,
sabiendo que es una sustancia ilegal, también van a revisar los
archivos de la policía y los de sanidad, a ver si encuentran algo.
Se escuchó un sonido rasposo a su lado, parecido a un ronquido. El
crinos albino se había dormido, con el hocico todavía manchado de
carbonilla de los inmensos pedazos de ciervo que había devorado. Estaba
hecho un hobillo a los pies de Demothy. Rastalf sonrió.
-Quizá es hora de ir a dormir. Debemos levantarnos antes que se haga de
día, para que los theurgue de Konietzo nos abran el puente lunar hacia
Barcelona. Tenemos un par de horitas. – Se agachó y levantó la oreja
del ciego con las dos manos. –Gabriel, nos vamos a la choza a dormir,
¿te vienes?
Dentro del sueño, el crinos se revolvió y apartó a Demothy de un manotazo. Murmuró algo incomprensible.
-Déjalo que duerma, -Dijo Rastalf Humo Alegre, acariciando el pelaje
del dormido.-Con la cantidad de pelo que tiene, no va a pasar frío.
Oye, ¿Dónde está Drakk?
-Ha ido a buscar a las chicas.
-Pues Natasha está ahí, rodeada de Colmillos Plateados.-Dijo confuso, pero enseguida comprendió.- Ah… si claro, la otra chica.
Los dos compañeros se levantaron en silencio para ir a dormir a
cubierto. A diferencia del metis, al quedarse dormidos sus cuerpos
volvían irremediablemente al cuerpo humano, un cuerpo demasiado
sensible a las inclemencias del clima noruego.
-¿Qué te parece Shinji? –Le preguntó el alfa al cabo de unos pasos. -¿Hemos hecho bien al aceptarlo con nosotros?
-Sí, -Le contestó el hippie, exhalando la última calada de su último
porro.- es un tío majo. Si lo dices porque conseguí ganarle en la
prueba que le pediste, yo creo que él és más cómo tú, más… ya me
entiendes, espiritual. Así nos va a poder ayudar en la Umbra y eso.
-Le vigilarás, ¿verdad? Te quedarás al cargo de su seguridad. –Le dijo Demothy.
-¡Hey! ¿Yo? –Dijo Rastalf admirado de si mismo.- ¡Cómo mola, tío! Mola tener a alguien a tu cuidado, ¿verdad?
Al llegar a la cabaña de invitados, los compañeros se separaron con un
movimiento de mano. Rastalf entró en su habitación y se lanzó sobre su
cama sin miramiento alguno. Se empaquetó con las mantas y se dispuso a
dormir plácidamente.
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