
Aún a riesgo de que alguien del insti vea esta historia (voy a participar en un concurso con ella), aquí tenéis mi última historia. La única que me ha encantado como está sin tener que cambiar nada...
Pero eso no significa nada... necesito de vuestras opiniones para mejorarla!
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-¿Puede relatarnos lo que sucedió? –preguntó la fiscal, paseándose por delante del único testigo que había visto el crimen… un drogadicto
El drogadicto balbuceó varias cosas antes de responder vagamente. Que si estaba seguro, que si era yo… bah. ¿Qué credibilidad tenía ese tío si ni siquiera podía pensar con claridad?
Sonreí discretamente, a lo que mi abogado me dio un codazo en las costillas. Cuando fui a protestarle, me lanzó una mirada dura, de advertencia.
-Sientas lo que sientas, mantén una cara de indignación, como si estuvieras aquí por algo que no has hecho –me había dicho horas antes.
Reprimí la protesta y volví a mirar a la fiscal y al testigo. Ahora el tío le contaba que le había arrancado la ropa a la víctima después de matarla, para aprovecharme de ella; lo decía con tanta inseguridad que era imposible que alguien le creyese. Me reí por dentro al escucharle.
-Ya lo ve, su señoría. El acusado la mató violentamente con un cuchillo para después aprovecharse de ella –empezó a decir aquella abogada
Sentí que me hervía la sangre y me costó no perder el control.
Me fijé mejor en ella. No se parecía demasiado a aquella chica a la que había violado en el parque: tenía el pecho más grande, normal considerando que era una adulta; el pelo mucho más corto y los rasgos más asiáticos. Lo único en lo que se parecía era en la estatura; era igual de bajita que ella.
Me gustaba.
Pensé en hacerle lo mismo que a la chica cuando me declarasen inocente, por querer meterme en la cárcel.
Pero… ¿saldría inocente? Tanto el juez como el jurado se empezaban a creer la historia del tío ese.
Miré de reojo a mi abogado con una cara de circunstancia, pero éste estaba sonriendo, como si no le preocupase ni lo más mínimo lo que estaba pasando.
La fiscal se sentó y se levantó mi abogado, poniéndose frente al testigo con superioridad. El drogadicto se acobardó un poco y yo recuperé algo de confianza; haber pagado una cantidad tan alta por la defensa en vez de aceptar la del estado había sido una idea genial.
-¿Por qué ha dudado tanto al relatar los hechos? –preguntó secamente
El otro balbuceó más que antes y se excusó con que no recordaba mucho el orden de mis actos aquella noche. Y no se acordaba; la verdad es que me había aprovechado de la chica antes de matarla…
La defensa vio el momento justo para atacar.
Yo me encontraba fascinado por aquellos ataques que le lanzaba, alegando que si no se acordaba del orden, bien podría estar inventándose lo que había pasado.
El testigo estaba temblando, no sé si de miedo o de qué, porque no le veía la cara, pero temblaba violentamente. Y entonces…
Se lanzó contra el abogado, gritándole que no se había inventado nada.
Se armó un revuelo en la sala y los alguaciles tuvieron que separarlos. Cuando la defensa se sentó a mi lado, diciéndole al juez que no había más preguntas, observé que se había llevado un golpe cerca del ojo. Sin embargo, él me sonrió, comentándome que con eso había acabado, seguramente, con la credibilidad de aquel tío.
Hicieron un descanso de diez minutos para elegir el veredicto, en el cual salimos de la sala a estirar las piernas. Al volver a entrar, escuché a una mujer gritando que por qué lo había hecho… por qué había violado a su hija
“Porque era la primera que se me cruzó por delante cuando estaba en el parque” pensé, sonriendo interiormente, pero no le respondí nada.
Aunque tenían ya el veredicto, esperaban a que la gente volviera a entrar. Fueron unos minutos de tensión insoportable; ahora sabría si saldría libre o me encerrarían para siempre.
Se levantó un hombre del jurado y abrió el sobre donde tenían el veredicto.
-El jurado declara al acusado… inocente.
Al escucharlo, no hice otra cosa sino mirar a la fiscal
“Esta vez no será al azar… tú serás la siguiente”