
Abrí los ojos. Estaba justo delante de una pantalla de ordenador. En ella se mostraban numerosos datos acerca de una persona.
Antes de seguir observando, decidí adentrarme en mi memoria para recuperar la información que necesitaba ¿que hacía yo allí?
De repente, me asaltó un torrente de imágenes. Había llegado hasta allí, buscando datos sobre alguien... no recordaba quien. Lo hice porque me había dado cuenta de algo. Me fijé en la pantalla del ordenador a ver si reconocía esos datos y me daba más pistas sobre lo que buscaba. No tuve suerte, pues me parecían de una persona cualquiera, pero aparecía una fotografía mía, aunque quizá esto fuera por que había iniciado sesión en el programa y mostraba mi avatar. A todo esto miré el reloj. Eran las 15:20, hora de empezar mi turno.

Salí de la habitación y observé el enorme centro comercial. Me acerqué a un stand donde se mostraban numerosos teléfonos móviles de muchas compañías, tanto sencillos, para llamar y recibir llamadas, como los más completos con conexión a internet de banda ancha. Busqué en mis bolsillos una llave para abrir las puertas y me metí en el stand. Mientras entraba, se me cayó del bolsillo una chapa con un nombre. Cuando me fijé en el nombre, recordé la pantalla del ordenador. Mostraba este mismo nombre, junto con mi fotografía... Mi mente se quedó en blanco y solo me vino a la cabeza una cosa: ¡era yo!
La recogí y me fijé en el símbolo que tenía la chapa: Guayphone. Efectivamente, trabajaba como vendedor para Guayphone, aunque no logré recordar desde cuando. No sabía porqué, pero me dolía la cabeza, como si una aguja se hubiera abierto paso a través de mi cerebro. Realmente necesitaba tomarme algo. ¿Cuando era la hora del descanso?
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Efectivamente, he vuelto a Guayphone. Y tal evento necesita de una historia como las de Plebe. Ah, tranquilos, lo único que me han hecho ha sido absorberme la poca alma que me quedaba de la última vez, controlar cada uno de mis movimientos, y procurar de que me comiera la mayor cantidad de marrones posible. En serio, la carpeta donde guardamos los marrones es MARRÓN por algo. Y ántes no lo era.
Ya contaré las peripecias que estoy viviendo un día de éstos, por que de verdad... Quisiera ver un documental del National Geographic sobre operadores y promotores, para que viérais el submundo de las tarifas, los romins y el sistema informático.
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