
Observo como la lluvia ensucia los ventanales, mientras explico por tercera vez a una mujer de pocas luces cómo leer un mensaje de texto. Admiro a Svart y a Zeek, su potente autocontrol, que les permite explicar este tipo de cosas, sin llegar a desgarrar la yugular del cliente... La mujer vuelve a preguntarme otra estupidez, a la que no atiendo, porque he notado una presencia a mi espalda, ¿habrán venido a por mí? Mi mano se desliza sigilosamente a mi cinturón, donde escondo mi arma, por suerte para aquella presencia, solo es mi coordinador, avisándome del descanso. Le guiño el ojo, de manera que mi compañera se de cuenta, ella se encargará de extender algún insustanciado rumor sobre una posible relación entre yo y mi superior, que aprovecharé más adelante...
Me dirijo a la sala del descanso, ahora vacía, miro a ambos lados, para asegurarme y saco mi movil, si los de Guayphone se enteraran de que uso a otra compañía... Se que es arriesgado, pero no podemos confiar en las líneas de Guayphone para comunicarnos, sabemos que nos vigilan... Tengo un mensaje, pero es del buzón de voz, lo escucho y me pone los pelos de punta. Es Svart quien me ha llamado, al que me cuesta reconocer por su voz temblorosa y el gran ruido de fondo, lo único que se es que la conversación acaba con un grito desgarrador. Aunque lo escucho una gran cantidad de veces no entiendo qué está diciendo, oigo la puerta de la sala abrirse y escondo el móvil a toda velocidad. Tengo que salir de allí, tengo que saber qué ha pasado...
Me dirijo a mi puesto de trabajo nuevamente, "Piensa en algo", me repito a mi misma interiormente, "Solo te quedan 30 segundos de descanso"... La solución se dirije hacia mí, un operador de empresas, bastante fornido. Nada más tenerlo

cerca, simulo un tropezón y caigo sobre él, como esperaba me recoje, entonces es cuando aprovecho la confusión y le hago perder el equilibrio. El pobre, no puede evitarlo y ambos caemos al suelo, él aplastándome y dándome un codazo en las costillas. Acuden rápidamente mi coordinador, para ver cómo estamos, yo no paro de quejarme de un intenso dolor en el brazo. Por fin, se creen que me lo he torcido.
Cojo mi paraguas y salgo del edificio con una venda improvisada recogiéndome el brazo. Me meto en el metro, mientras saco mi móvil (bendita cobertura bajo tierra), empiezo a marcar el número de Svart, cuando de repente una mano me coge la muñeca con fuerza, impidiéndome continuar. ¿Acaso me han descubierto? Levanto la cabeza y miro a aquél al que pienso eliminar sin contemplaciones.
- ¡Zeek!- susurro sorprendida. Mi cuerpo se relaja y suspiro, él me mira con su semblante frío y serio, pero en esos momentos, para mí, tranquilizador. Él ya debe de haber escuchado el mensaje de Svart, no ha querido que marcara su número, sabe que será inútil. Guardo el aparato y entro junto a él en uno de los trenes. Y cuando suena el pitido que indica que las puertas se cierran, me coge del brazo y me saca a toda prisa del convoy.
- Te han seguido desde que has salido- me informa sin dejar mirar al tren.- Lástima que un tipo de aspecto sospechoso te haya sacado a la fuerza del tren... Estos túneles están llenos de pervertidos...
Zeek me lleva fuera del metro, esta vez me refugio bajo su paraguas y me conduce hasta un objeto que se supone que cumple las funciones de coche no mejor que una cafetera.
- Frank se ha ofrecido a dejarme su coche.- me explica, a veces pienso que Frank nos odia, y mucho.
Empezamos el viaje y Zeek me pone al corriente. La compañía a descubierto que el cerebro de Svart está limpio, que sabe pensar por sí mismo, algo intolerable entre los agentes de la compañía. Mis miedos se hacen latentes, a Svart le van a aplicar el procedimiento habitual en estos casos, le extirparán la parte del cerebro que le da la independencia de pensamiento y lo soltarán como un consumidor más, borrándole todo rastro de pensamiento anterior. Pero antes, tratarán de sonsacarle toda la información que puedan, de otros que sean como él... De nosotros.
Bajo la ventanilla, Zeek no tiene bastante educación como para preguntar si me molesta el humo, ni yo la suficiente valentía como para exigirle que lo apague. Comparados con Zeek, Svart y yo somos unos novatillos, que juegan a las conspiraciones en el garaje de casa.
Llegamos al lugar donde Zeek sabe que retienen a Svart, no es más que una fábrica abandonada, un topicazo de los de siempre, pero que me pone los pelos de punta igualmente. Miro a Zeek y este asiente, dándome la señal de que debemos salir del coche, el plan es simple, entramos, rescatamos a Svart y salimos. Jodido Zeek y sus jodidos planes.
A pesar de haber sacado el paraguas del coche, no lo uso, esta vez la sucia lluvia cae sobre nuestros cuerpos sin

protección alguna. Corremos hasta la parte trasera de la fábrica y encontramos un amable boquete en la pared que nos da paso al interior. Con un movimiento rápido empujo con fuerza a Zeek, justo a tiempo para que una bala solo le estropeara la manga de su chaleco, con el paraguas mojado, dejo ciego temporalmente a nuestro agresor, para que Zeek le de su sueño eterno.
"Quién diría que empezaste matando moscas con agendas", comenta con sorna, mientras examina el cadáver con rapidez. Tiene una placa de Guayphone, pobre diablo, pensar que una vez fue persona... El resto de sus compañeros no tardan en llegar, y no tardan en caer de la misma manera que el primero, todo está resultando bastante sencillo, debe ser porque no esperaban un ataque como este, pero en cambio, nosotros esperábamos hacer esto desde hace mucho tiempo.
No necesitamos ningún mapa que nos trace el camino, los gritos de Svart son nuestra guía por aquél cúmulo de maquinaria oxidada y paredes medio derrumbadas. Pero de repente, los gritos de Svart cesan, Zeek y yo nos miramos durante unos segundos, y retomamos nuestro camino de destrucción con aún más frenesí. Por fin llegamos a nuestro destino, una puerta demasiado nueva... Usamos la tarjeta sustraída a uno de los cadáveres para poder entrar y entramos empuñando las armas. Las gentes del interior no van armadas, no es su cometido, su misión es hacer hablar y dañar el cerebro de aquél que esté en la silla central... Ya han acabado lo que vinieron a hacer, por lo que nosotros acabamos con ellos.
Corro hasta la silla central, donde Svart se encuentra, Zeek ni se molesta, ¿para qué? El proceso ya ha terminado. Svart tiene su mirada perdida, en cuanto lo suelten, lo primero que hará será dirigirse a cualquier tienda de Guayphone y pedir

que le den un nuevo móvil... Pero yo no dejaré que esto ocurra, se lo prometí...
Saco mi arma y le apunto a la cabeza, mi dedo se posa sobre el gatillo, pero se queda paralizado. Debo hacerlo, se lo prometí, él lo haría por mí. Pero mi dedo no me responde, y no puedo parar las lágrimas... Cierro los ojos y oigo el bang, pero mi dedo sigue paralizado. No abro los ojos, pero bajo el arma entre sollozos, una parte de mí se odia por no haber cumplido la promesa, la otra se alivia, por no ser la ejecutora, lo que me hace sentir de nuevo miserable. Zeek guarda su pistola humeante y posa su mano en mi hombro, "debemos irnos", me dice. Jodido Zeek y su jodida falta de sentimientos...
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Em... Ah, si, todo esto es solo para decir que hoy Svart deja ya de trabajar xDD Ahora solo estuadirá :P) Qué suerte la de algunos xD
¡¡Bezoteeez!!
Plebe.
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